¿Cómo debe distinguirse un cristiano en el mundo?

Vida, persona humana, matrimonio y familia como Dios nos creó, son temas sobre los que a todos nos compete hablar, porque se refieren a valores que corresponden a la naturaleza humana. Los seres humanos, somos seres políticos -en cuanto formamos parte de la polis o ciudad-, y estamos llamados a defenderlos.
Según el abogado italiano Gianfranco Amato, se equivocan quienes creen que pueden descuidar las tareas temporales ya que la propia fe nos obliga a ello, según la vocación personal de cada cual. La idea de que como vivimos en un mundo corrupto, no nos es lícito participar en él directa o indirectamente y sólo nos queda aislarnos a orar, es totalmente equivocada y una suerte de “neo catarismo”, peligrosa herejía surgida en el Siglo XII.
El 18 de diciembre de 1927, el papa Pío XI, dirigiéndose a los jóvenes de la Federación Universitaria Católica en Italia, y en respuesta a Benito Mussolini,  -quien declaraba abiertamente que la Iglesia Católica no debía mezclarse en política-, decía que la política, dado que concierne los intereses de toda la sociedad, es la expresión más amplia de la caridad, a excepción de lo religioso.
Al respecto, el venerable Fulton Sheen, obispo americano, profesor de teología y filosofía, decía que todo dependía de lo que se entendiera  por política. Si por intervenir en política  se entendía influir en favor de un determinado régimen, partido o sistema que respetara los derechos básicos de libertad de las personas, que proceden de Dios, la respuesta debería ser  un enérgico ¡no! Pero, si se entiende como tal, juzgar o condenar una filosofía de la vida que hace del partido, o del estado, o de la clase, o la raza, la fuente de todos los derechos, entronizándose por sobre la conciencia y negando los derechos básicos, la respuesta debe ser un enérgico ¡sí!,  porque, cuando un estado se alza tan absoluto como Dios, cuando pretende la soberanía sobre el alma, cuando destruye la libertad de conciencia y la libertad de religión, entonces, el estado ha dejado de ser político. Mientras la política sea política, la Iglesia no tiene nada que decir, es totalmente indiferente a cualquier régimen; se adapta a todos los gobiernos con la condición de que respeten la libertad de conciencia.
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Fuente: Fragmento de la charla “Ataque a las familias” (Santa Ana Naucalpan, México), de Gianfranco Amato, licenciado en derecho por la Universidad Católica del Sagrado Corazón (Milán), abogado y especialista en bioética, conferencista en temas de familia, ideología de género y derecho natural.

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