En EE.UU. presentan la segunda demanda en contra de la transición (de género) de menores.

Se ha iniciado la segunda acción legal contra un proveedor estadounidense en relación con casos de transición de género de menores. La demanda se interpuso en contra de Kaiser Permanente, el mayor conglomerado de atención sanitaria gestionada de ese país, los Hospitales de la Fundación Kaiser y los médicos que facilitaron la transición de Layla Jane (Kayla Lovdahl en la demanda) que tuvo lugar entre los 12 y los 17 años de la joven.

La demanda fue presentada por el Center for American Liberty, junto con Dhillon Law Group y LiMandri & Jonna LLP, y en ella se acusa a  los demandados de negligencia médica, ocasionándole  “lesiones sustanciales” producto de las intervenciones químicas y quirúrgicas de cambio de sexo, a las que fue sometida Layla Jane cuando todavía era menor de edad.

“La ley dice que los niños no son lo suficientemente maduros para tomar decisiones serias que podrían tener consecuencias duraderas, como hacerse un tatuaje, conducir con amigos, beber alcohol, fumar cigarrillos o incluso votar”, dijo Lovdhal. “Entonces, ¿por qué es aceptable que niños de 13 años decidan mutilar su cuerpo?”, agregó.

Harmeet Dhillon, directora ejecutiva del Center for American Liberty, también representa a Chloe Cole, otra joven que ha emprendido acciones legales contra las mismas instituciones y médicos, por facilitar su transición siendo menor de edad. Dhillon afirmó que se ha comprometido a exigir responsabilidades a los demandados y que pretende “disuadir enérgicamente el “enfoque de fábrica” de la Fundación Kaiser, que mutila permanentemente a un número desconocido de niños estadounidenses, sometiéndolos a toda una vida de daños, remordimientos y consecuencias médicas”.

Según la demanda, Layla Jane mostró diversos síntomas de salud mental durante su infancia, que en gran medida no fueron tratados, a pesar de la preocupación de sus padres y de los antecedentes familiares de problemas de salud mental. A los 11 años, Layla Jane se identificó como transexual y pasó a vivir como un chico. Sin embargo, en la demanda se alega que los demandados no evaluaron ni trataron suficientemente sus síntomas de salud mental, sino que confirmaron su identidad transgénero, autodiagnosticada, sin una evaluación exhaustiva.

Layla Jane empezó un tratamiento hormonal y bloqueadores de la pubertad a los 12 años, se sometió a una doble mastectomía a los 13… y detransicionó a los 17 años.

En la demanda, se alega que se incumplieron las normas de atención al precipitar el proceso de transición de Layla Jane, sin una evaluación adecuada de sus problemas de salud mental concurrentes, y se le ocultó a la joven información sobre los riesgos y resultados del tratamiento, por lo que no hubo de parte de la menor un consentimiento informado exhaustivo. La demanda acusa a los demandados de “negligencia grave” lo que provocó a Layla una desfiguración permanente, y califica sus prácticas de experimentales, en lugar de auténticos cuidados.

La demanda cita estudios que muestran altos índices de desistimiento en casos inicialmente atribuidos a disforia de género infantil, sugiriendo que el 80-90% de los casos se resuelven en la edad adulta. También destaca la persistencia del malestar psicológico entre las personas transexuales que se someten a tratamientos de transición, incluido un mayor riesgo de trastornos psiquiátricos y suicidio. Menciona, asimismo, las revisiones sistemáticas de las pruebas realizadas en el Reino Unido y otros países europeos, según las cuales los riesgos asociados a los bloqueadores de la pubertad y las hormonas transgénero superan a sus beneficios, y la insuficiente investigación sobre su impacto a largo plazo.

Se sugiere que habría sido necesaria una psicoterapia periódica, para comprender plenamente el estado psicológico de Layla Jane y ofrecerle un conocimiento exhaustivo de sus opciones y riesgos. Se alega que no informaron de los índices de desistimiento en estos procedimientos, de las limitaciones para predecir el desistimiento, de la escasez de estudios de alta calidad en este campo y del carácter experimental del tratamiento.

Sostiene que los incentivos económicos y políticos han llevado a la expansión de los programas para transexuales, dejando de lado la medicina y la ciencia. Como consecuencia, Layla Jane ha sufrido daños corporales permanentes, como mutilación irreversible, trastornos endocrinos, problemas de salud mental, riesgos para la fertilidad, pérdida de rasgos femeninos y angustia emocional.

Con esta demanda, Layla Jane se convierte en la octava persona transgénero del mundo que emprende acciones legales contra los proveedores médicos que facilitaron su transición química y quirúrgica. Solicita daños punitivos “basados en pruebas de malicia, opresión y fraude”. La demanda no estipula una suma monetaria específica, pero solicita daños y perjuicios generales, daños y perjuicios especiales, intereses de demora, costas legales y cualquier otra reparación que el tribunal considere apropiada. La cuantía exacta se determinará durante el juicio.

Aunque se desconoce el número exacto de los casos de detransición y es necesario seguir investigando, estos  aumentan constantemente. Estudios recientes han revelado una tendencia creciente en la que las personas, al abandonar la transexualidad, reconocen que su supuesta “identidad transgénero” era en realidad una reacción temporal para hacer frente a su angustia. Aproximadamente tres cuartas partes de las personas que abandonan el tratamiento, no informan a los profesionales que las tratan su decisión de dejarlo. Esta desestimación se basa, en gran medida, en estudios metodológicamente defectuosos, como las elevadas tasas de pérdida de seguimiento, que pueden excluir a quienes sufren las consecuencias más graves. Además, estas tasas proceden de adultos que realizaron la transición en circunstancias sustancialmente diferentes de las que afrontan los jóvenes de hoy, que a menudo proceden sin evaluaciones psicológicas exhaustivas.

Los datos actuales sugieren que entre el 10% y el 30% de las personas abandonan la transición pocos años después de iniciarla. Un estudio reciente realizado en EE.UU. sobre los historiales médicos, revela que el 30% de los adolescentes y adultos jóvenes han dejado de tomar hormonas de “afirmación de género” al cabo de 4 años. Otro estudio estadounidense de este año, que cuestiona la idea de que la detransición es poco frecuente, descubrió que el 29% de los jóvenes cambiaron sus solicitudes de tratamiento hormonal, cirugía, o ambos.

Las personas que han abandonado estos procedimientos de “reafirmación de género” están dejando al descubierto una serie de graves irregularidades. Muchas se arrepienten y sufren consecuencias adversas irreversibles, producto de las hormonas transgénero y las cirugías asociadas. Algunos, además, afirman que al momento de tomar la decisión de transicionar no estaban en condiciones de dar su consentimiento informado, debido a su corta edad o a problemas de salud mental.

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Fuente: tomado del artículo de Christina Buttons, en realitylaststands.com, 14 Junio 2023. Traducción, Equipo Freneduc

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