La familia, última trinchera ante las ideologías.

Autor: Concepción «Chiti» Hoyos

Con la publicación del libro «Dios bendiga esta casa. Pequeño compendio de Teología del Hogar» nuevaeva.es, Abril 2023), Concepción «Chiti» Hoyos*, aterriza en los países de habla hispana -partiendo por España- la Teología del Hogar, disciplina nacida en Estados Unidos, que busca, a través de la belleza del hogar -pero no desde un punto de vista meramente estético, sino trascendental-,  redescubrir qué tesoros ha puesto Dios en la familia.

La vida hogareña diaria, con todas sus imperfecciones y luchas, su estrés y su alegría, su caos y su hospitalidad —¡y sus paredes con manchas de rotulador!— puede llevar a otros a descubrir que la vida es más plena, más segura, más emocionante y más satisfactoria si se vive desde el Corazón de Dios. Visto así, el cuidado de una casa es más un honor que una obligación, y un medio excelente para proporcionar a aquellos a los que amamos afecto, compañía y seguridad para que vivan sanos, felices y libres. La teología del hogar nos habla de la necesidad de crear hogares que fomenten la comunidad; hogares donde se compartan y comuniquen los valores cristianos; hogares que permanezcan abiertos para familiares y amigos, y en los que se celebren comidas y reuniones. En ese sentido, el hogar católico no es una isla apartada del mundo ni un convento cerrado a miradas extrañas, sino el espacio que nos permite salir de nuestra seguridad y hacernos vulnerables por amor a los demás. El matrimonio es el sacramento del hogar, la puerta abierta a las gracias de Cristo. Por eso nuestra casa ha de ser un reflejo de la alegría y la belleza de nuestra fe, un sitio al que la gente quiera volver, un lugar donde se respire calor de hogar y descanse el alma.

En 2022, la teóloga Lina María Gaviria Forero, definió esta disciplina que encuentra en Carrie Gress y Noelle Mering dos de sus principales exponentes: «es la comprensión del hogar desde la fe cristiana, a la luz de la cual el creyente profundiza en su significado en el plan de Dios y reconoce el hogar como lugar de santificación para la familia».

Aunque de forma amable, la Teología del Hogar es una encarnizada trinchera en defensa de la fe frente a los atropellos de la posmodernidad. Cada vez son más los que contemplan cómo se adoctrina a los hijos sin posibilidad de réplica, cómo se descompone la familia o cómo nuevas ideologías penetran sutil o agresivamente hasta vaciarla de significado: el hogar, la familia, son «el último bastión», se dice. Pero ¿hay posibilidad de defenderse y hacerlo construyendo?

Hoyos parte de la base de que la fe «se muestra en la forma de cuidar de la casa y la familia» y de que el modo en que se aborda este cuidado depende mucho de si se contempla o no con los ojos de la fe. «Mirando como Dios mira nuestro hogar podemos descubrir que Él se regocija en medio de sus criaturas. Una casa llena de desorden o suciedad no muestra el gozo del paraíso. Se trata de aplicar la norma de San Benito, el ora et labora, y al terminar las tareas de la casa, gozar del trabajo bien hecho y de la compañía del Señor, que tan generoso ha sido a la hora de proporcionarnos un hogar donde se le da gloria», explica la autora.

La autora añade que, al ser frágiles, los seres humanos necesitamos llenar nuestra casa de signos -imágenes u objetos- que nos recuerden la fe, pero no como mera decoración, sino «para elevar el alma a Dios, avivar el espíritu y encender el corazón». Sencillas costumbres como, por ejemplo, bendecir la mesa, rezar antes de acostarse, van conformando una suerte de «liturgia doméstica». Y como no hay liturgia sin ofrendas, agrega, estas son «las pequeñas tareas domésticas que hacemos pensando en el Señor: hacer las camas, limpiar el polvo o fregar el suelo son como las oraciones que se recitan en las letanías, gestos que apuntan al cielo».

Desde la Teología del Hogar, se contempla al hogar como «un refugio donde descansar y reponer fuerzas después de un día duro lleno de tentaciones, pruebas, caídas y sufrimientos». Por eso, dice Hoyos, «nuestra casa ha de dar acogida a las personas que habiten en ella y resultar acogedora para los que nos visitan», haciendo «todo lo posible para que se sientan cómodas». En definitiva, «que a todo el que venga, el entorno le dé la suficiente confianza como para abrir el corazón, elevar el espíritu y descansar el alma».

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*Chiti Hoyos es licenciada en Derecho por la UNED, máster en Ciencias de Matrimonio y Familia por el Pontificio Instituto Juan Pablo II, esposa y madre de ocho hijos. En redes sociales se la conoce como La samaritana (@Damihibibere).

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