Se habla de “pendiente resbaladiza” para referirse al efecto que acarrea la legalización de la eutanasia en aquellos países que la han incorporado a su ordenamiento jurídico y es que, la llamada muerte dulce, inicialmente planteada para pocos y excepcionales casos, a poco andar va abriéndose paso y extendiendo su aplicación a un nùmero cada vez mayor de casos y en un más amplio espectro de situaciones.
Para evualuar esta cuestión, el autor analiza la experiencia de la eutanasia y el suicidio asistido en los Países Bajos, donde fueron despenalizados en 2002 luego de la dictación de la ley sobre “Terminación de la vida a petición y suicidio asistido”, tomando como base los informes oficiales correspondientes al período 2002-2019, disponibles en el sitio web https://english.euthanasiecommissie.nl/the-committees/annual-reports. Dicha ley, en lo fundamental, considera que un médico no incurre en delito (queda eximido de responsabilidad) si cumple con los criterios de debido cuidado que en ella se establecen y notifica su proceder a las comisiones regionales de verificación de la eutanasia, encargadas de evaluar el cumplimiento de esas condiciones legales por parte del profesional.
La primera parte del estudio ofrece las estadísticas de peticiones de eutanasia, que permiten advertir el significativo aumento en el número de casos anuales en el período analizado. Mientras que en 2002 se registraron 1882 notificaciones anuales, en 2019 el total de pedidos fue de 6391. En la segunda parte, se presenta una descripción de las distintas enfermedades de base que padecen las personas que solicitan la eutanasia o el suicidio asistido en Holanda. Ello permite advertir que, lejos de quedar reservada para casos excepcionales, la eutanasia tiende a ser aplicada de forma cada vez más amplia y frecuente.
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Fuente: Centro de Bioética, Persona y Familia: centrodebioetica.org, Jorge Nicolás Lafferriere, 8 agosto 2022.